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¿Se ha detenido a pensar qué hicieron con la luminaria que ayer estaba fundida y hoy fue reemplazada por una nueva?

Ese paso tan sencillo, aparentemente, y que no demora más de unos minutos, esconde tras de sí todo un proceso que difícilmente alcanza a imaginar. La razón es sencilla: tanto esa bombilla fluorescente y ahorradora, como los celulares y cargadores, las pilas y baterías, los teclados, impresoras hacen parte de los llamados residuos peligrosos y demandan un manejo específico y cuidadoso.

En el caso de las bombillas, aproximadamente 120 millones de unidades de ellas, que poseen en su interior pequeñas cantidades de mercurio, se utilizan anualmente y de estas se desechan anualmente más de 17.000 toneladas, que de no enviarse al lugar indicado, sino a un relleno sanitario, por ejemplo, se convierten en grandes contaminantes del ambiente, especialmente del agua y del suelo.

Por eso, cuando se funde una bombilla, “se empaca y marca de una manera adecuada para colocarla rápidamente en el colector de la ANDI; hay que contratar un vehículo especializado, que tiene unos sellos de Naciones Unidas y unos rombos de seguridad, y es conducido por una persona capacitada que la llevará en las mejores condiciones para entregarla a una empresa que tenga licencia ambiental y que pueda hacer la disposición adecuada”, explica Diana Marcela González, profesional universitario de la Subdirección Administrativa y Financiera de la Secretaría de Hacienda.

Toda esta estrategia de seguridad hace parte del programa Lúmina, que nació gracias a un esfuerzo conjunto de las empresas del sector de iluminación (85 % del mercado nacional) con el fin de dar cumplimiento a la resolución 1511 de agosto de 2010 “Por la cual se establecen los Sistemas de Recolección Selectiva y Gestión Ambiental de Residuos de Bombillas y se adoptan otras disposiciones”.

Lúmina, señala la ANDI, “tiene como misión diseñar e implementar un sistema selectivo de disposición y gestión ambiental de los residuos de bombillas, adelantar actividades que contribuyan en la creación de conciencia ambiental en la comunidad referente al manejo adecuado de este tipo de residuos y promover la participación de todos los actores del sector de la iluminación en el país. El programa dispone de canales de recolección diferenciados, dirigidos al consumidor final y al sector industrial, según procedimientos ajustados para cada tipo de usuario. Se tienen proyectados más de 70 puntos de recolección en varias ciudades”.

Otros programas

- Llantas usadas en el lugar indicado. No las acumule más. Llévelas a los puntos de recolección para que queden en manos seguras, las de un operador experto que las convertirá en materia prima para otros nuevos procesos o aplicaciones. Esta iniciativa nació para dar respuesta a la Resolución 1457 de 2010 “Por la cual se establecen los Sistemas de Recolección Selectiva y Gestión Ambiental de Llantas Usadas y se adoptan otras disposiciones”.

Solo en Bogotá, anualmente se generan más de 2,5 millones de llantas usadas, de las cuales cerca del 30 % terminan en calles, avenidas o son quemadas a cielo abierto para extraer el acero o utilizar su poder calorífico, lo que perjudica seriamente el ambiente. Ante esta realidad, la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA), la Secretaría Distrital de Movilidad, la UAESP, la ANDI, la Unidad de Mantenimiento Vial y Transmilenio han diseñado campañas como ‘Llantas usadas en el lugar indicado’ que incluyen la ubicación de puntos estratégicos de recolección.

- Ecolecta, programa de la Secretaría Distrital de Ambiente, nació con el fin de “promover la entrega voluntaria de residuos peligrosos que los ciudadanos guardan en sus casas sin darle uso alguno, los cuales se pueden disponer en diferentes puntos de la ciudad, sin ningún costo”.

El último fin de semana de cada mes se tienen puntos itinerantes Ecolecta, ubicados en centros comerciales como Calima, Centro Mayor, Unicentro de Occidente, Gran Estación e Iserra 100, y hay 27 puntos fijos en Bogotá, que le ayudan a recolectar pequeños electrodomésticos (planchas, radios); impresoras, teclados, mouses; televisores, cargadores, celulares, y otros residuos peligrosos.

- Punto azul. Si tiene medicinas vencidas en casa o en su escritorio, así como blíster, plegadizas de medicamentos y envases vacíos, mejor sáquelos y llévelos a los contenedores que integran el Plan de gestión de devolución de productos posconsumo de fármacos y medicamentos vencidos, de la Cámara Farmacéutica de la ANDI, ubicados en droguerías y supermercados.

- Pilas con el ambiente. ¿No  sabe qué hacer con las pilas AA, AAA, C, D y de 6 voltios? Para sacarlo del problema nació este programa posconsumo, también de la ANDI, que cuenta con más de 3.000 puntos de recolección en el país y la capacidad de darles un manejo ambientalmente adecuado y seguro.

- Cierra el ciclo es un programa de recolección de envases de insecticidas de uso doméstico, respaldado por algunos laboratorios y empresas.  Los identifica como puntos amarillos.

Le damos un manejo responsable a los residuos peligrosos

Dentro de las diferentes clases de residuos que genera una entidad tan grande como la Secretaría de Hacienda, existen algunos que requieren un manejo especial por los efectos negativos sobre los ecosistemas que tendría su inadecuada disposición. Este tratamiento especial ya viene establecido en el Decreto 1076 de 2015 (lea el artículo A disponer bien de los residuos peligrosos).

 

En mayor o menor cantidad, en la Entidad se pueden generar estos residuos peligrosos (RePel):

  • Aceites usados

  • Tóneres y cartuchos de impresión

  • Baterías

  • Residuos de aparatos eléctricos y electrónicos

  • Residuos hospitalarios

  • Plaguicidas

  • Envases de detergentes

  • Pilas

  • Residuos provenientes del mantenimiento locativo (luminarias, tarros de pintura, etc.)

 

La Guía para la gestión integral de residuos peligrosos (77-G-02) recoge las indicaciones del Decreto 1076 y establece la gestión que se les debe dar, desde el momento en que se generan, hasta su disposición final.

Cada uno de estos residuos tiene una manera particular para su gestión, desde el momento en que se genera, hasta su disposición final. Para su manejo, se debe tener en cuenta lo establecido en la norma, en especial lo descrito en el Decreto 1076 de 2015.

Las etapas que comprenden la gestión integral de los residuos son:

A disponer bien de

los residuos peligrosos

"En el caso de las bombillas, se convierten  en 

contaminantes 

del agua y del suelo"

Por: Marisol Ortega

Para su manejo, también se tienen en cuenta medidas de contingencia que garanticen el menor impacto al ambiente y evitar afectaciones a las personas que los manejan.

Para mayor información, consulte la Guía para la gestión integral de residuos peligrosos 77-G-02

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